En junio de 1968 empezó su nueva andadura. Lo acompañaron sus dos leales colaboradores Pontón y Arce. Al entrar, El Ideal Gallego le impuso un subdirector para controlarlo, Raúl Solla. Pero Solla no tardó en entusiasmarse con Bocelo y, en vez de un fiscalizador, acabó siendo su compañero de faena. A la conservadora redacción que heredó, incorporó algunos jóvenes identificados con su enfoque: buena información y amenidad. Las limitaciones se superaban con imaginación y trabajo. Los redactores eran multiusos: cada uno un cronista, cada uno un columnista. Y el director, igual que los demás, iba allá dónde había algo que contar. Los ejes temáticos: información local y deportiva, portadas con temas globales que una vez más le servían a Bocelo como vectores editoriales indirectos, y sucesos. Pero sucesos tratados como espejos críticos de una sociedad. Entró a El Ideal, dentro de lo posible, una corriente joven y progresista.
Una primera plana, la del domingo 25 de octubre de 1970, funciona como síntesis de lo que hizo rápidamente Bocelo con el periódico de la Iglesia.
A cinco columnas, un titular que era una celebración: ‘Allende, nuevo presidente de Chile’. Una apuesta anormal en un periódico del clero y con el franquismo todavía bien asentado sobre sus reales. Para De Llano, el chileno era la esperanza de un nuevo camino hacia la justicia social en Latinoamérica sin necesidad de proseguir la inacabable ola de sangre. Una semana después de darle ese espacio a los resultados en Chile, escribe: «Tal vez pronto sea imposible seguir gobernando al margen de los pueblos explotados y así desaparecerá también la tragedia que suponen las alternativas políticas armadas; porque lo más sorprendente, por inesperado, de estas elecciones está en la instauración democrática de la izquierda radical».
Esa portada, además, realza otra noticia que en comparación con el triunfo de Allende sería una minucia, una anécdota turbia de pueblo, pero que según el criterio de Bocelo es igual de importante periodísticamente: ‘El crimen de Folgoso’, y al lado una foto de la niña María Mourelle, que apareció degollada junto a un camino rural.